Tim logra poner a Milán en sus manos ardientes. En su terraza sobre los tejados de la Ciudad Vieja, Milán sucumbe inmediatamente a los encantos teutónicos de Tim. Le ofrece a Tim su culo bien entrenado para usarlo como quiera y demuestra que un maricon puede recibir un buen castigo. Los dos están tan ansiosos y juntos que ni siquiera se dan cuenta de lo tarde que se está haciendo. Cuando finalmente lanzan sus cargas, la luna les sonríe TIM KRUGER Y MILAN GAMIANI